jueves, 22 de julio de 2010

LA PELOTA SÍ SE MANCHA

La mayoría coincide en que las barras bravas derivan de la cantidad alarmante de pandillas que existen en la capital.

La muerte de una persona que nada tenía que ver con el fútbol instaló la polémica esta semana en todo el país. El repentino deceso de la contadora María Paola Vargas a manos de un grupo de hinchas de Universitario de Deportes puso en el ojo de la tormenta a los dirigentes de clubes y a los barristas. Sin embargo, la discusión no se centró en el asesinato de la mujer de apenas 24 años, sino más bien, en la clase de personas que acuden a los diferentes estadios del país con la “etiqueta” de hinchas o aficionados de un equipo de fútbol. 



Para el sicólogo, Fernando Calderón, la mayoría de las personas que constituyen una “barra popular”, son jóvenes de entre 12 y 28 años de edad, quienes se integran a las mismas mediante las diferentes pandillas que existen en gran parte de Latinoamérica y cuyo perfil sicológico es sumamente inestable, ya que podrían provenir de familias desintegradas o simplemente serian jóvenes sin hogar que buscan algo de atención cometiendo delitos impulsados por la exaltación típica del comportamiento de masas.

El sistema de obsequio de entradas a las “barras populares”, se da en la mayoría de países del continente. Ya sea en Argentina, Uruguay, Colombia o en nuestro país; los aficionados, a quienes les facilitan dichas entradas, ingresan siempre de manera gratuita a los estadios con la finalidad de alentar o hinchar por sus equipos.

A pesar de existir una Ley de Seguridad y Tranquilidad Pública en Espectáculos Deportivos, (Ley 26830) promulgada desde el año 1997 y que entre otras cosas exige a los clubes el empadronamiento de sus barristas, la misma no se ha cumplido durante más de diez años; por lo que hace unos días el Ministro del Interior Octavio Salazar, se reunió con los representantes de los principales clubes del país y los comprometió a empadronar a sus barristas en un plazo no mayor de 15 días. Con ello se busca formalizar y tener conocimiento de quienes asisten a los estadios bajo la modalidad de barras populares, además de ser un filtro para detectar posibles criminales como personas con requisitoria o antecedentes policiales.

Algunas Municipalidades de Lima dieron el primer paso, e iniciaron el empadronamiento en sus distritos con el propósito de llevar un control de los barristas que radican en ellos; a cambio de oportunidades laborales, programas de reinserción social, y una serie de beneficios que colaboren con el desarrollo de estas personas.
Sin embargo; hay quienes piensan que con el empadronamiento no se va a solucionar nada. “Este es un tema de pandillaje del cual la policía tiene conocimiento y da la casualidad de que el 70% de pandillas que existen en Lima son barristas de la U y Alianza” sostuvo Alfredo Gonzales ex Presidente de Universitario de Deportes.

Pese a que el índice criminal en materia de barras bravas o pandillas ha aumentado en los últimos años (asaltos, daños a la propiedad pública y privada entre otras); lamentablemente se esperó a que suceda una tragedia como el asesinato de una joven con un futuro prometedor y que a pesar de no tener nada que ver con el mundo del fútbol seguramente espera como muchos otros que todo esto termine ya.

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